jueves, 30 de junio de 2016

(R)azones.

No sé a qué alineación de astros agradecerle la de nuestras vidas.

Porque yo sólo estaba mirándote
pero sonreíste.

Porque tienes ese montón de cosas que nunca busqué
pero ahora no sé cómo vivir sin ellas.

Porque yo siempre he sido caóticamente imposible, escéptica, incrédula
y llegaste tú a reírte de mi discurso,
a pintar de verdad todas las mentiras de las que inculpé al amor,
a hacer paredes de mis muros, a quedarte a vivir.

Porque tienes tendencia casi imperceptible a la taquicardia
y a mí me suena a música aunque nunca haya sabido bailar,
a creer en la causa y brindar por el efecto,
a paso rápido pero seguro, a que vuele el tiempo en tus manos.

Porque la vida es eso, incoherencia:
que hagas más caos de mi caos pero lo ordenes simétricamente,
encajar en todas nuestras diferencias, rozar la explosión
y querernos un poco más en el segundo exacto.

-evitarla-

Salvarnos una y otra (y otra, y otra) vez
del choque frontal,
solucionar los días grises apretándote la mano un poco más,
riendo por la calle, turnándonos un ramo de girasoles,
estar loca y locamente (de ti).

Porque ya estoy divagando otra vez,
porque me pueden los nervios como el primer día,
porque las mariposas son sólo insectos,
pero qué bonito haber estado perdidos
sólo para encontrarnos.

Porque, te repito,
que no sé a qué alineación de astros agradecerle la nuestra,
pero ojalá nunca dejen de brillar.

('parece mentira, pero a veces incluso es real')

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