viernes, 13 de noviembre de 2015

El día que dejamos de querernos.

Sólo tengo dos manos y tengo que taparme a la vez dos ojos y dos oídos.
He dejado de ver con el derecho y de oír con el izquierdo pero no es suficiente.
Necesito apagar la televisión, la radio, el ordenador y quemar el periódico para seguir creyendo en la humanidad, necesito creernos incapaces de hacerlo tan mal, necesito pensar que no hemos sido nosotros o que alguien me preste sus manos, que alguien me aguante el pelo mientras vomito todo el asco que me estamos dando.

Aprendimos a convertirlo todo, desarrollamos tecnologías increíbles, nos empeñamos en conocer cada átomo que nos dio el Universo, sus leyes, en comprender el funcionamiento, en controlarlo, lo logramos y ¿qué hicimos? Armas. Bombas. Mierda.

Lo tenemos todo para salvarnos y-nos-es-ta-mos-ma-tan-do.

Necesito apagar la televisión, la radio, el ordenador y quemar el periódico para seguir creyendo en la humanidad.
Pero no puedo.

No puedo darle con la puerta en la narices a los que no tienen la culpa, no puedo ser de los que no dicen nada, creo que no decir nada es igual que decir sí y yo estoy gritando NO.

No somos el mundo en el que creo. No somos las personas que me representan, no somos personas.

Preferiría no saber que tenemos la capacidad de dirigir un misil o de dejarlo oxidar en un garaje y elegimos orientarlo a las coordenadas mortales exactas. Preferiría no saber que los seguimos construyendo. Pero lo sé. Preferiría que fuera mentira. Y estoy gritando NO.

No está muriendo gente, nos-es-ta-mos-ma-tan-do.

Necesito cerrar los ojos y taparme los oídos, necesito creer que somos una puta pesadilla, necesito que nadie acepte esta mierda que rechazo y todos gritemos NO. Que nadie se atreva a susurrar sí. Que no sea verdad que hemos dejado de querernos.

Necesito que gritemos NO tan fuerte que despertemos el cerebro de los que no lo están utilizando. Que les lata algo en el pecho y también griten no.

Necesito que este sea el día que volvimos a querernos y arreglemos todos los corazones, huesos y familias que hemos roto desde el día que dejamos de querernos.



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