domingo, 11 de enero de 2015

Un último baile.

Dijo que no sabía dejar,
que nunca olvidaba del todo
y empecé por él.
Supongo lleva tanto tiempo siendo mi palabra favorita
que veo pasar una certeza
y no sé si aferrarme a ella
o al miedo que me da equivocarme.

Dudar es tan sinónimo de desconfianza
que, aún cuando no sabía conjugarlo,
me olía a trampa
y dudé.

'Bailemos' es una preposición indecente, 
desde antes de la caída,
bajo los pisotones,
entre las ganas y el bucle,
hacia la cama,
sobre toda lógica,
tras el portazo,
para siempre
y aunque ahora sepamos rechazarla.

Nosotros es una mentira tan larga
que aún no he aprendido a terminarla
sin acordarme de ti
al menos en siete letras.

Volver es una pesadilla recurrente,
gritar despedidas un hobby macabro,
decir 'ya no vuelvo a dejarte' un eufemismo:
sólo porque esta vez es para siempre.



miércoles, 7 de enero de 2015

Nunca más tuya.

Hace nosécuántostantos que no escribes.

No he dejado de recitarte versos mentales en cada cruce,
no he dejado de repetir tu nombre cuando sonrío por la calle,
no he olvidado el último te quiero,
no dejo de oír el último portazo,
no me he tomado ni un descanso de saber que dueles
y no me he resignado.

Pero no escribo, es cierto,
ya no te escribo,
porque ya no sé qué decirte,
no tengo qué, ni quiero decirte nada.

Y tampoco me apetece callarme,
me pesa el muro alrededor,
me aprietan los pulmones de respirar sin ti
y no quiero.

No quiero quererte más.
Ni dejar de quererte.
Ni volver a quererte.
Ni tener que olvidarte otra vez.
Ni creer que es el mundo lo que está en contra.
Ni creer que la culpa la tienen las circunstancias.

Ni creerte.

Tengo que dejar de mirar a otro lado cuando algo me recuerde a ti.
Tengo que buscar la manera de que todo deje de recordarme a ti.
Me cansa mirar a la nada y que incluso allí me vuelque el corazón tu perfume.

Pero he dejado de buscarte.

Ya no sé si es otoño, verano o primavera.
A veces tiemblo y es por ti.
Me sobreabrigo como nunca
y siempre hay alguien que dice no sé qué del cambio climático.
Todo este frío sabe a invierno y no es estacionario.

Esta vez no me he lanzado tras de ti:
mírame, también hace nosécuántostantos que no salgo a correr.
Y a veces me corro con otro.
Y juro que nunca pienso en ti hasta que se va.
Que a veces se va y ni me acuerdo.

No he dejado de dejarte y es la primera vez que no quiero volver.
No quiero que vuelvas.

Tengo que escribirte un libro.
Cerrarlo de un golpe.
Enviártelo por correo y escribir 'Nunca más tuya' como despedida.
Voy a borrar tus notas de mi agenda.
Juro olvidar aquel poema que me escribiste a mordidas.
Dejar de buscarle la rima.
Y decirle al capitán que no volveré a llamarle así.

Prometo dejar de cruzar los dedos al pasar por tu casa:
ya no quiero que nos crucemos y sonrías.

Ya no tengo excusa.
Ya he apagado el puto clavo ardiendo.
Ya aprendí que lo idílico dura un tiempo,
ahora sé por qué las películas acaban en el beso.