viernes, 31 de diciembre de 2010

Despedida


A pocas horas, a menos aún, a nada de decir adiós a un año sigo sin saber si como muchos debo decir: Te recordaré siempre, gracias por tanto y por cuanto 2010, o como otros: Gracias por irte, deseo olvidarte.
Porque hoy, a 31 de diciembre, todavía me pregunto si serás solo uno más de mi vida o un año de aquellos que tendré presente el resto de ella. Porque diste cosas buenas, alegrías varias y subidas tan altas que dio miedo la caída, momentos de valentía de subir y no querer parar y otros de congoja y quiero bajar, quiero salir por la puerta de atrás, de no puedo seguir y punto. Porque diste remontadas y rendiciones. Porque donde llegó alguien para hundirme siempre hubo otros más para hacerme salir a flote mucho mejor, por eso no lo tengo claro...o sí.
Tengo claro que tengo que dejarte y, puede que tras reflexionar, decida recordarte siempre o jamás y sobre todo, tengo la jodida certeza de que me has enseñado mucho, de que soy más y mejor persona y de que me has quitado de encima muchas cosas malas.
Gracias y que sepas que... pienso olvidar todas esas cosas que tenía para ti y no cumplí, que no voy a seguir tras ellas, que sí, que me fijaré objetivos pero que voy a tirar más alto aún.

¡Adiós conformismo!
¡Adiós 2010!

jueves, 30 de diciembre de 2010

Nochebuena.

Cada año sentarnos en las escaleras más juntos que nunca.
Cada año más y faltando muchos.
Cada año esperar con impaciencia las 12 del 24 del 12.
Cada año correr calle arriba, mojarnos, morirnos de frío, hacernos carreras en las medias, romper los tacones de las botas, o las cuerdas de la guitarra o simplemente sacar de quicio a Antonio.
Cada año más de esos: El próximo año lo organizamos con tiempo. Y todos los años el mismo desorden. El chocolate dónde? Y si nos echamos un ron? Qué va! Qué va! Que sí muchá pa calentar... Pues dáselo a Miguel Ángel que yo no voy a cantar. Y qué hacemos después?
¡Pues vamos a lo de la Tercera Edad!


Cada año risas y lágrimas, pero risas sobre todo.


Todos, sin faltar, desde que aprendes a caminar.
Todos los años Regina y Marlene, y Patricia, y Omar, y Carmen, y Alexia, y Miguel Ángel, y Elvis, y tantos que ya no cabemos. Pero haciéndonos huecos. Y ese timple de quién es? Déjamelo pa'cá que yo lo toco. Y Oria? Pues nada no hay pandereta... Qué sí! Que ella vieneee!! A bueno, porque sino Fátima... Que no que se enfada.


Y Perico dando palos, y cállense muchachitos! Y esta gente no nos va a dejar o qué... Y José Luis, que para no variar SE DUERME.


Y volver tarde cada año, pero sin cansancio y con ganas de más.
Y vaya por Dios, a esperar hasta el próximo año.
Y mira tú aquella que casi no entanganilla el verso.
Y mira la otra pobrecita: Cómo desafinaba!
Pero cuánto nos reímos y qué cariño le pusimos.


Y despedirse de aquellos a los que quieres de verdad. Abrazos de esos sinceros,  de los que no das en cualquier lugar. Y anda que ya no se te ve, pasa por casa un día!





Cada año decir el próximo año vuelvo y cumplirlo


PD: Esos que son, saben de qué hablo.
Esos que no lo han visto, por no saber no saben ni lo que se pierden..

domingo, 26 de diciembre de 2010

Sonrisas.

Una.
Dos.
Tres.
Aún?
Sí.
Ciento diez.
Ciento once.
Pero más?
Y más aún.
Mil.
Mil y dos.


Pero cómo tantas?
Como que es inevitable.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Incertidumbre


Ya no sé hasta que punto es real.
No sé si quiero querer u olvidar.
No sé si quiero soñar o ser realista de una vez.
No sé si sabes que no sé.
Y mucho menos sé si quiero saberlo.
Porque me puede el miedo, porque mas que me sea difícil confesarlo, empieza a importarme algo el qué dirán.
No, no. El qué dirás. Porque nunca lo había considerado.
Porque aunque siempre supe levantarme, hoy tengo miedo a la caída.
Porque he dejado ver más, porque he confiado una vez y sobre todas las cosas:

Porque no quiero cogerle el gusto, eso me da más miedo aún.

Bienvenido a mi mundo


Un mundo donde es invierno todo el año, donde la nieve cubre lo feo pero comienzan a salir las flores, pintando de color el blanco inmaculado.
Un mundo de frío con resquicios de primavera, donde desaparece lo malo cuando soplan los Alisios.
Un lugar donde al salir a la calle, en la vuelta de cada esquina alguien te dirá: ¡Adiós, niña! Donde todos saben cómo van las cosas y siempre hay tiempo para dedicar una sonrisa.
Y eso es solo paseando.
Si te mezclas, si quieres saber cómo es realmente mi mundo, ven que te guío.
Aquí, cada vida es un museo, cada segundo es transparente, cada ser se esmera en mostrarse sinceramente. Aquí nadie quiere guardar lo que se pueda echar fuera. Ni malo, ni bueno.
Aquí, nada se pierde si hay alguien que quiere encontrarlo.
Aquí, no hay amistades rotas sino lazos que se refuerzan.
Aquí, decir familia es decir hermano, no sobrino nieto ni primo tercero.
Aquí, el amor es un juego donde siempre quedan en tablas.
Aquí nadie se queja sino pone de su parte para que vayan mejor las cosas, una llamada a las tantas no es un motivo de enfado sino de sacrificio. De hoy no puedo dormir, pero compensa si voy a ayudar.
Bienvenido a mi mundo, un lugar donde la mejor medicina es una mano sobre los hombros en el momento adecuado, un lugar donde ser feliz no cuesta nada.

¿Y no podría ser imposible siendo tan perfecto?
¿Y no parece de cuento?
¿Y qué mas da? Siempre que quiero me lo invento.

Vamos a jugar, escóndete.


Busca un sitio donde estés bien. Cómodo.
Donde puedas pasar todo el tiempo que tarde en encontrarte sin ninguna necesidad.
Un lugar seguro, una casa a las afueras de mi mundo.
Y ve al sótano para esconderte bien.


Cuando me sienta preparada iré a buscarte.
Y seguro, seguro: daré contigo.

Una vez,


Dos, tres o más me ha pasado.
Con esos bolsos o carteras que has dejado de usar durante un tiempo. Sí.
Seguro que a ti te pasa, lo coges porque hoy te pega y te das cuenta de que allí quedaron muchas cosas, no lo vaciaste bien y lo abres y piensas: Seré despistada..y miras qué clase de chucherías dejaste dentro.
¡Anda! Yo siempre buscando Kleneex y los tengo siempre en el bolso que no llevo.
Pero mira dónde estaba el jodido carmín y aquellos pendientes que me quité una vez porque eran pesados..espera y eso ¿dónde fue?
Coño, ¡ya! aquella vez que salí con aquel que conocí en..
¡Hostia! mi pañuelo. Y te acercas y lo hueles, por inercia más que por esperar un olor concreto, pero sí lo lleva. El de su perfume. Espera, ¿El de quién? Pues no sé, pero era agradable..
Entonces, acabas por darte cuenta de que un bolso guarda algo más que lo que tiras dentro, de que a lo mejor estuvo contigo en el momento más importante y que ahora es parte de ese recuerdo..
Yo llevaba este bolso la primera vez que le vi, cuando nos conocimos y llovió, aquel día que mi hermana y yo corrimos como dos locas por la calle para no mojarnos o simplemente fue este el bolso que cayó al suelo en nuestro primer beso.


Y te echas a reír y dices: ¡Sólo es un bolso!
Pero cuántos recuerdos te ha evocado para ser, solo eso, un bolso

sábado, 11 de diciembre de 2010

...

Quiero comprarme una maleta.

Una de esas en las que metes tu vida y la llevas a cualquier lado.
Donde me quepa todo lo que he querido y lo mucho que me he machacado.
Donde no me pesen las experiencias sino sean herramientas para hacer el camino más ligero.



Una de esas maletas que.. aún no existen.

Nunca.


Me dijo: No te rindas jamás.
Y jamás dejé de hacerle caso.
Porque no es una opción.
Porque después de fracasar y caer, siempre tienes la posibilidad de levantarte, de tirar con fuerza y seguir. Porque alguien habrá que decida ayudarte a volver. Pero si te dejas caer, todo está decidido, si no vas ni a intentarlo, si te has rendido, no hay vuelta de hoja. Vale más el saber que hiciste todo y no conseguiste nada que el mismo hecho de conseguir.

Estará todo perdido en un mundo en el que no tengas la valentía de decidir perecer en el intento.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

SIEMPRE


Voy con los ojos cerrados y, aunque sé que no estás, tontamente vuelvo a tocar la puerta.
Y sale quien comprende y quien me dice lo que ya sé:
-No va a volver, no te hagas más daño.
Qué voy a hacer si pase el tiempo que pase siempre soñaré tus sonrisas, y le pido: Déjame, por favor.
Al entrar y, casi sin mirar, en cada rincón encuentro un momento, uno de esos que no se irán, uno de esos que me recuerdan que te quiero.
Gracias pero tengo que irme. Solo hace falta correr hasta el infinito para huir pero lo conseguiré. 



Gracias y hasta siempre.